domingo, 28 de octubre de 2007

¿DE QUÉ SEGURIDAD HABLAMOS....?

Es de conocimiento general que una de las principales lacras del Perú es el elevado índice delincuencial que ostenta.

Tan negativa particularidad trasciende aún las fronteras al extremo que los gobiernos de todo el mundo advierten del peligro al que se exponen sus connacionales cuando pretenden viajar al país para hacer turismo.

Sin embargo, el prestigio de nuestras riquezas arqueológicas, monumentos y museos puede más. Entonces se arriesgan y vienen. Y no son pocos los que sufren en carne propia los estragos de ladrones y gentes de mal vivir.

Respecto a nosotros ni qué decir. Cada día estamos expuestos a robos, atracos, asaltos, secuestros y demás formas delictivas sin que, muchas veces, la policía logre capturar a los malhechores o que luego de ser detenidos, vuelvan a ser liberados para delinquir.

Como es de suponer, en la mayoría de los casos los trasgresores de la ley utilizan armas de fuego para amedrentar a sus víctimas llegando, en ocasiones, a causar hechos lamentables.

Pero lo insólito. Aquello que sale de todo contexto, es la sorprendente facilidad como las autoridades otorgan licencia para portar revólveres a las personas.

Según recientes informaciones, el organismo encargado de autorizar su uso atiende un promedio de doscientas personas al día.

El permiso se sustenta en el propósito de los interesados de sentirse más seguros ante la delincuencia o el argumento de efectuar trabajos de alto riesgo.

Lo patético del caso es que el único requerimiento que exigen las autoridades es la presentación de una declaración jurada. Sin preocuparse por conocer si esa persona ha delinquido o si se encuentra sometida a un proceso penal vigente.

Contra todo lo imaginado. No se solicita ningún certificado penal, policial o judicial para obtener la autorización de portar un revólver.

Para colmo de males, el organismo rector tampoco está interconectado con los entes responsables para comprobar o verificar el pasado y la situación legal del solicitante. El sistema informático y las bases de datos no se tienen en cuenta para superar esta deficiencia.

Más aún. Aunque Ud. No lo crea. Todavía se mantiene como un proyecto la ley que prohíbe de por vida a los ex convictos la facultad de portar armas.

Todo esto permite concluir en que más del setentidós por ciento de los usuarios las utilizan de manera ilegal. Una cifra en verdad alarmante.

Con esta realidad. ¿Qué podemos hacer por combatir la delincuencia....? Muy poco. O casi nada.

Si diariamente se incrementa el contingente de personas armadas, lo más probable es que ningún operativo nacional, ni campaña policial o vecinal contra el delito tendrá el éxito deseado,.

Un llamado a los responsables para superar la situación actual lo que servirá para combatir la criminalidad y tomar conciencia que la seguridad ciudadana está sobre todo.


Es de conocimiento general que una de las principales lacras del Perú es el elevado índice delincuencial que ostenta.

Tan negativa particularidad trasciende aún las fronteras al extremo que los gobiernos de todo el mundo advierten del peligro al que se exponen sus connacionales cuando pretenden viajar al país para hacer turismo.

Sin embargo, el prestigio de nuestras riquezas arqueológicas, monumentos y museos puede más. Entonces se arriesgan y vienen. Y no son pocos los que sufren en carne propia los estragos de ladrones y gentes de mal vivir.

Respecto a nosotros ni qué decir. Cada día estamos expuestos a robos, atracos, asaltos, secuestros y demás formas delictivas sin que, muchas veces, la policía logre capturar a los malhechores o que luego de ser detenidos, vuelvan a ser liberados para delinquir.

Como es de suponer, en la mayoría de los casos los trasgresores de la ley utilizan armas de fuego para amedrentar a sus víctimas llegando, en ocasiones, a causar hechos lamentables.

Pero lo insólito. Aquello que sale de todo contexto, es la sorprendente facilidad como las autoridades otorgan licencia para portar revólveres a las personas.

Según recientes informaciones, el organismo encargado de autorizar su uso atiende un promedio de doscientas personas al día.

El permiso se sustenta en el propósito de los interesados de sentirse más seguros ante la delincuencia o el argumento de efectuar trabajos de alto riesgo.

Lo patético del caso es que el único requerimiento que exigen las autoridades es la presentación de una declaración jurada. Sin preocuparse por conocer si esa persona ha delinquido o si se encuentra sometida a un proceso penal vigente.

Contra todo lo imaginado. No se solicita ningún certificado penal, policial o judicial para obtener la autorización de portar un revólver.

Para colmo de males, el organismo rector tampoco está interconectado con los entes responsables para comprobar o verificar el pasado y la situación legal del solicitante. El sistema informático y las bases de datos no se tienen en cuenta para superar esta deficiencia.

Más aún. Aunque Ud. No lo crea. Todavía se mantiene como un proyecto la ley que prohíbe de por vida a los ex convictos la facultad de portar armas.

Todo esto permite concluir en que más del setentidós por ciento de los usuarios las utilizan de manera ilegal. Una cifra en verdad alarmante.

Con esta realidad. ¿Qué podemos hacer por combatir la delincuencia....? Muy poco. O casi nada.

Si diariamente se incrementa el contingente de personas armadas, lo más probable es que ningún operativo nacional, ni campaña policial o vecinal contra el delito tendrá el éxito deseado,.

Un llamado a los responsables para superar la situación actual lo que servirá para combatir la criminalidad y tomar conciencia que la seguridad ciudadana está sobre todo.

Alejémonos de la catalogación de país de riesgo. Limpiemos nuestra sociedad con medidas
radicales en todos los aspectos. No cedamos ni un milímetro ante el delito...

A QUIEN NO TRABAJA, NO SE LE PAGA...

Desde que existe el trabajo como tal, se impuso el principio que todo servicio debe ser motivo de una remuneración. Esa sentencia es aprobada por todos.

Con el transcurrir del tiempo, al compás del descomunal desarrollo científico y tecnológico experimentado, la regla se cumple en todas partes.

El Perú no es la excepción y la obligación de otorgar un salario al trabajador está regido por las leyes.

Sin embargo, en nuestro medio subsiste un grupo privilegiado de personas que, pese a haber sido elegido por votación popular, se da el lujo de ganar un jugoso sueldo, sin haber hecho mérito para ello.

Nos referimos a los parlamentarios quienes, a causa de sus frecuentes ausencias a las comisiones ordinarias, no logran alcanzar el quórum mínimo propiciando que se frustren las leyes que deben promulgarse.

En la mayoría de los casos, adoptan una serie de disculpas o motivos para no asistir al palacio legislativo basados en que no se les descuentan las inasistencias. Igual da ir o no. Su sueldo es intocable.

Esa negativa actitud, constituye un atropello contra el país y debe ser erradicada de plano.

Por esa razón, el planteamiento del presidente del congreso de descontar o aplicar multas a quienes faltan en forma injustificada a las sesiones de las comisiones ordinarias del parlamento, es fundamental.

Además es lo justo, aunque llama la atención que no se haya ejecutado mucho antes.

Es inadmisible que quienes han sido elegidos para legislar el país se burlen de la ciudadanía cobrando por un trabajo que no realizan.

Aspectos como éste, así como el de los dos diputados que son dirigentes deportivos en el más alto nivel y ganan por partida doble sin cumplir a cabalidad ni una, ni otra labor, desdibujan la excelsa majestad que debe mostrar un parlamento.

Peor aún, si algunos persisten en la insólita propuesta de intentar asegurar su futuro político creando una cámara de senadores, que no hace falta para nada, sino sólo para malgastar los fondos del erario nacional.

En caso de considerarlo así, lo adecuado sería dividir el actual congreso, que sinceramente tiene más integrantes de los necesarios, en dos mitades. Pero más parlamentarios NO. ¡Por favor...!

El Perú no requiere tanto legislador. Ni más cámaras. Hace falta gente honesta que trabaje de verdad y no pierda el tiempo en discusiones insustanciales, como las que se dan cada día, que en lugar de promover el desarrollo del país, terminan poniéndole trabas.

Descuenten a los faltones y aplíquenles todas las multas que se merezcan. Pero de inmediato. Que no quede sólo en un anuncio. Tengan la seguridad que nadie se opondrá.

Y, a trabajar se ha dicho. Sólo así se harán merecedores al sueldo que, para la tarea que realizan, es demasiado...