jueves, 22 de noviembre de 2007

DÍA A DÍA...


LA PELOTA DESINFLADA...



El miércoles 21 de noviembre del 2007 quedará grabado en la memoria del fútbol peruano como un “día negro”. Para olvidar.

Ecuador estaba colero. No le había ganado a nadie. Pero nos goleó en forma inmisericorde por cinco a uno.

No es que los norteños hayan jugado muy bien, sino que los peruanos fueron algo así como figuras decorativas o muñecos en el campo.

Con la salvedad que en lugar de decorar, desbarraron con una actitud pusilánime, sin mostrar siquiera amor a la camiseta, ni a su propia dignidad o estima..

No cabe duda que todos o la mayoría de los que jugaron contra el país del guayas firmaron ese día su epitafio, aunque aquí se olvida muy pronto.

Los diarios capitalinos no se hicieron esperar con titulares de primera página como “Vergüenza nacional” o “Que se vayan todos”, entre otros.

El mismo día de nuestra desgracia, en el legendario estadio de Wembley el elenco de Inglaterra, de los creadores del fútbol, fue derrotado en su propia cancha por Croacia por tres a dos, eliminándolo de la Eurocopa.

La derrota fue vista por setenta mil espectadores que coparon el estadio, aparte de los treinta millones que siguieron la incidencias del partido por televisión.

Los unos y los otros, quedaron defraudados.

Al día siguiente, los diarios británicos lanzaron toda su artillería contra el elenco albo. Uno puso la ilustración de los jugadores cabizbajos, con el título “Fuera” y otro “El fin”.

Sin embargo, el popular tabloide “The Sun (El Sol) rompió todos los esquemas del periodismo moderno al editar una foto que cubría toda la . primera página. Pero lo raro es que no incluyó una sola palabra.

El mensaje lo daba únicamente la imagen en sí. Mostraba la pelota de fútbol con un agujero, totalmente desinflada y lo que es peor, al borde de una alcantarilla.

Para nosotros los peruanos sería lo mismo, aunque el inservible balón no estaría al borde del desagüe, sino dentro del él....con jugadores y todo...


miércoles, 21 de noviembre de 2007

DÍA A DÍA

¿QUIÉN DEFIENDE AL PEATÓN...?


Martes 19 de noviembre. Son cinco y media de la tarde. Lugar: la intersección de la avenida España y el inicio del jirón Colón.

En la estrecha franja de concreto levantado en media pista una humilde ama de casa con su bebé en un cochecito, lo ubica de costado para evitar que un carro lo impacte.

Quiere cruzar el tramo derecho de la vía. Como si viniera de la calle Agricultura hacia el centro cívico.

Pero no puede hacerlo, el vértigo de los vehículos que pasa a esa hora es incontenible. Ella mira un lado y otro. No se puede.

Pasan los minutos y nada. Una señora que está a su lado intenta bajar el coche para que lo vean los pilotos. Y nada.

Los autos, combis y buses siguen pasando. Sin inmutarse siquiera por la indefensa mujer y su vástago. La impotencia nos embarga.

Suceden algunas señales y gritos. Pero nada da resultado.

Entonces yo que estoy en la acera de enfrente volteo y veo un policía de seguridad ciudadana. Me dirijo a él.

- Amigo, ayude a la señora a cruzar la pista.

Sorprendido, contesta que cerca está el policía de tránsito. No importa. Se coloca a un costado de la vía, toca su silbato y detiene los automotores.

A regañadientes, los choferes paran sus vehículos y recién la mamá y su hijito, pueden cruzar la calzada.

- Muchas gracias, logra decir y se va apurada.

Esta vez, aunque tuvo que esperar un tiempo, logró pasar. Sin embargo, pensamos en lo que ocurriría si no hubiese estado algún custodio del orden en las inmediaciones.

Esos son los conductores que protestan por no ingresar a la plaza de armas, nos viene a la cabeza. Son los que con su desorden, bocinas e insólito sonido de sirenas causan el caos en la ciudad.

Y surge una nueva pregunta a todo esto: Al final de todo, ¿Quién defiende a los peatones en esta jungla de cemento y asfalto...?
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viernes, 16 de noviembre de 2007

DÍA A DÍA...

HABLAR Y ESCRIBIR

Siempre he pensado que una cosa es hablar y otra, muy distinta, escribir.

Ese es el dilema que se presenta, con frecuencia, en el mundo periodístico. Generalmente el hombre de radio habla muy bien, pero muestra algunas limitaciones, cuando se trata de escribir.

Lo mismo le ocurre al reportero de prensa. Que escribe bien, o más o menos bien, pero no se siente muy locuaz cuando está ante un micro.

Claro que hay excepciones, pero son las menos.

Una hora antes del mediodía del jueves 15 de noviembre del 2007, sintonicé una emisora de gran popularidad que se escucha a nivel nacional.

Fue justo cuando desde la cabina de control se despedía a un médico residente en Estados Unidos, la joven locutora previno al galeno del mal clima en ese país, diciéndole.

- Baila saya para que no te caiga un trueno...(?)

Sin quererlo, eso es evidente, la chica cometió un error garrafal contra la gramática.

Simplemente porque el trueno es un sonido. Es el ruido o estampido producido en las nubes por una descarga eléctrica.

Por lo tanto, jamás caerá un trueno sobre alguna persona

Parece que la relatora notó su error y agregó “un relámpago”. Otro desliz, pues éste es el resplandor vivo e instantáneo de la descarga eléctrica generada al chocar dos nubes.

En realidad, lo que quiso decir fue “que no te caiga un rayo”, que si puede impactar sobre una persona y matarla...

viernes, 9 de noviembre de 2007

PENA CAPITAL Y ORDEN

A fines del pasado mes de agosto las agencias noticiosas del mundo informaron la ejecución simultánea de tres reclusos en Japón. La horca terminó con sus vidas. Hace unos días, nos enteramos que un peruano está apunto de ser condenado a la misma sanción.
La pena capital figura en el código penal del país de los cerezos desde hace cien años, exactamente desde 1907 y , contra todo lo imaginado, cuenta con el amplio apoyo de la población.
El año pasado se batió el record de ejecuciones de las dos últimas décadas al condenarse a muerte a cuarenta y cuatro reos.
Entre los ejecutados en el 2006 figura Chizuo Matsumoto (51), acusado de concebir la idea de esparcir gas sarin en la cadena de dieciocho coches del metro de Tokio, en l995, que ocasionó decena y media de muertos, aparte de los heridos.
Kaoru Kobayashi (38), asesinó cruelmente a una niña de siete añitos en Nara, antigua capital del imperio y pagó con su vida el execrable hecho, también en esa oportunidad.
Hay una notable diferencia entre las leyes, que no dan tantas prerrogativas a los reos, la forma de vida y las costumbres de Japón y Perú. Somos muy distintos en casi todo.
Para empezar. La prensa no cubre los procesos judiciales. Su ingreso está restringido. Cuando informan sólo adjuntan a la escueta nota un dibujo del reo en el tribunal. No se toma, ni edita una sola foto. Menos aún, se filma.
En el caso de los condenados a muerte, el informe llega a las redacciones de los medios mencionando únicamente los nombres de los sentenciados. Nada más. No se consignan más datos, fechas, ni horas.
Transcurren varios meses para que el organismo correspondiente reporte que la ejecución se realizó tres o cuatro semanas antes. Se evita así que la prensa sensacionalista haga el seguimiento del caso indicando el día, el instante o el lugar en que se cumplirá la pena.
El proceso es conducido con tal prudencia que el ministerio de Justicia no comunica a los parientes, ni siquiera a los propios reclusos el instante en que van a ser colgados de una soga. Todo es reservado.
Kyodo, la agencia local de noticias nipona, informó hace poco que, en los actuales momentos, un centenar de presos esperan en el llamado “corredor de la muerte” la hora en que serán conducidos al cadalso.
A pesar de la protesta de algunas Ong y grupos de oposición, la pena capital se mantiene y supervive en Japón por el amplio respaldo que le otorga la población, según las encuestas. Sobre todo cuando se trata de crímenes crueles y delitos probados.
Claro que la honestidad, responsabilidad, eficiencia e imparcialidad de poder judicial jamás es puesta en duda como en el Perú. No es necesario. La sociedad deposita plenamente su confianza en ese supremo e insobornable organismo.
Los japoneses están convencidos que la pena capital contribuye a mantener la seguridad, estabilidad y orden en la sociedad.
Y no se equivocan. El índice delincuencial es ese país es muy inferior al que existe en nuestro medio, pese a que su población es casi cuatro veces mayor que la nuestra.
Por lo demás, no hay que olvidar que Japón es considerado como un ejemplo de civilización en todo el orbe. ¿Alcanzaremos nosotros esos elevados niveles de justicia algún día...? Sólo Dios lo sabe...