Por cada día que nos permites vivir... ¡Gracias...!
Esta es una las expresiones que más me gustó entre los mensajes que recibí en estos días previos al advenimiento de las fiestas de Navidad.
Y ahora la repito. Pues el nacimiento de Cristo y su posterior inmolación en la cruz para salvarnos, constituye uno de los acontecimientos más importantes de la humanidad.
Por el profundo contenido de la doctrina que propagó. A pesar de ser incomprendido, lo que motivó terminar en el calvario.
Actualmente, la fecha del nacimiento del Redentor es una celebración casi totalmente comercial. Es apenas una ocasión más para gastar la bonificación de fin de año y el dinero que está a la mano.
Mientras los niños esperan regalos y propinas, los adultos se dedican a preparar el árbol, la cena, el festín o simplemente reunirse para libar alcohol en grandes cantidades.
Lo contradictorio es que mientras un gran sector de la población no actúa como cristiano, otro ni siquiera profesa religión alguna.
Pero eso no interesa. Al siguiente día de la Nochebuena, la pregunta obligada es: ¿Hasta qué hora te quedaste tomando…? Y la respuesta de cajón no se hace esperar: “Yo me la rayé (me amanecí)…”
Se pasaron las horas dedicadas al descanso y al sueño bebiendo licor y ni un solo instante a evocar a Cristo, el cumplimentado. El dueño de la fiesta. Peor aún, le dedicaron una oración.
Así son las conmemoraciones de la Navidad en el mundo actual. Totalmente alejadas del sentido dogmático con el que surgieron.
Por eso, es una gran verdad aquella que sostiene que sólo nos acordamos o imploramos a Jesús o a Dios cuando nos ocurre una desgracia.
En resto del tiempo el Señor no existe. No lo necesitamos. Ese es el gran error que debemos corregir.
Que esta Navidad sea para recordar al Todopoderoso. Agradecerle por las jornadas de vida que nos brinda. Por permitirnos amanecer cada día y gozar de salud a lado de nuestros seres queridos.
Gracias por darnos trabajo. Por la comida diaria. Por ayudarnos a planificar nuestros proyectos y cumplir nuestras metas.
Gracias por todo…Jesús…Gracias por nacer…
Esta es una las expresiones que más me gustó entre los mensajes que recibí en estos días previos al advenimiento de las fiestas de Navidad.
Y ahora la repito. Pues el nacimiento de Cristo y su posterior inmolación en la cruz para salvarnos, constituye uno de los acontecimientos más importantes de la humanidad.
Por el profundo contenido de la doctrina que propagó. A pesar de ser incomprendido, lo que motivó terminar en el calvario.
Actualmente, la fecha del nacimiento del Redentor es una celebración casi totalmente comercial. Es apenas una ocasión más para gastar la bonificación de fin de año y el dinero que está a la mano.
Mientras los niños esperan regalos y propinas, los adultos se dedican a preparar el árbol, la cena, el festín o simplemente reunirse para libar alcohol en grandes cantidades.
Lo contradictorio es que mientras un gran sector de la población no actúa como cristiano, otro ni siquiera profesa religión alguna.
Pero eso no interesa. Al siguiente día de la Nochebuena, la pregunta obligada es: ¿Hasta qué hora te quedaste tomando…? Y la respuesta de cajón no se hace esperar: “Yo me la rayé (me amanecí)…”
Se pasaron las horas dedicadas al descanso y al sueño bebiendo licor y ni un solo instante a evocar a Cristo, el cumplimentado. El dueño de la fiesta. Peor aún, le dedicaron una oración.
Así son las conmemoraciones de la Navidad en el mundo actual. Totalmente alejadas del sentido dogmático con el que surgieron.
Por eso, es una gran verdad aquella que sostiene que sólo nos acordamos o imploramos a Jesús o a Dios cuando nos ocurre una desgracia.
En resto del tiempo el Señor no existe. No lo necesitamos. Ese es el gran error que debemos corregir.
Que esta Navidad sea para recordar al Todopoderoso. Agradecerle por las jornadas de vida que nos brinda. Por permitirnos amanecer cada día y gozar de salud a lado de nuestros seres queridos.
Gracias por darnos trabajo. Por la comida diaria. Por ayudarnos a planificar nuestros proyectos y cumplir nuestras metas.
Gracias por todo…Jesús…Gracias por nacer…
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