jueves, 6 de diciembre de 2007

TOCA VIOLÍN: ¡Y ES UN ROBOT…!

Por favor, silencio. El robot
va a tocar el violín...



Que el mundo contemporáneo marcha a la robotización, es toda una realidad.

Desde las últimas décadas del siglo pasado, Japón y Estados Unidos ingresaron a una singular competencia en este impresionante campo. Al igual que otros países europeos.

Una de las primeras incursiones de estas máquinas que realizan las mismas actividades del hombre, pero sin agotarse, fue en la fabricación de automóviles.

Y se mantiene hasta la actualidad, pese a las voces en contra de quienes se oponen a que los seres humanos sean desplazados por los robots.

Sin embargo, se siguen construyendo debido al gran aporte y aceptación que tienen en las más diversas áreas de la vida. Sobre todo en el ámbito doméstico o como guardianes.

Los autómatas que están a la vista del público son los que cumplen las funciones de recepcionistas en establecimientos comerciales o empresas de las grandes ciudades de Japón.

Con ocasión del Mundial de Fútbol Corea-Japón 2002 se popularizó uno que pateaba la pelota hacia el arco contrario. Después salieron otros que bailaban con un abanico oriental en la mano.

Pero quien conquistó el corazón de los japoneses, sobre todo mujeres, fue Aibo un perrito mascota que caminaba, movía las orejas, ladraba y reconocía a su amo. Otro día hablaré de él.

Una de las veces que visité al Museo de la Universidad de Tsukuba, “La ciudad científica”, ubicada en Ibaraki-Ken, al norte de Tokio, constaté la destreza de un robot de tamaño natural que tocaba el piano.

Todo esto viene a la memoria a propósito del autómata, de forma humanoide, que ejecuta el violín y que acaba de lanzar Toyota. Si, la misma empresa que construye los famosos autos nipones.

La nota precisa que hace poco tiempo se presentó otro que tocaba la trompeta y que para el 2010 saldrá una oleada de robots capaces de realizar todo tipo de tareas prácticas.

El mundo avanza a pasos agigantados. Dejemos atrás las rencillas tercermundistas y politiquería barata que sólo busca beneficios personales, familiares o partidarios. Eso, nos detiene.

Abordemos de una vez el tren del progreso que nos espera en la esquina…




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