martes, 8 de enero de 2008

LOS ÁRBOLES MUEREN DE ESTRÉS…


"El árbol no niega su sombra ni al leñador...", dice un proverbio hindú...



Los árboles, aquellos amigos naturales del hombre, desde los albores de la civilización, también mueren de estrés.

A esa triste conclusión acaban de arribar estudiosos europeos preocupados por la vejez prematura de los vegetales que adornan las ciudades.

Sus conclusiones han conmovido a los promotores de las áreas verdes, consideradas pulmones de toda población.

El informe salió a la luz justo cuando otros destacaban la valiosa contribución de los árboles como modificadores del medio ambiente a favor del hombre.

Su función empieza por la rehidratación de la atmósfera, purificando el aire, regalando oxígeno, refrescando el ambiente, proporcionando sombra y ventilando la ciudad.

También interceptan la radiación solar y atenúan toda clase de oscilaciones térmicas, disminuyendo la fuerza del aire caliente concentrado en las calles y edificios.

Finalmente son excelentes amortiguadores de la contaminación sonora y química producida por los automotores, que constituyen un atentado contra la salud.

Frente a esos excelentes beneficios se acaba de comprobar que los árboles se enferman debido al exceso de productos químicos, el empobrecimiento de los suelos y las limitaciones de espacio.

El síndrome del árbol urbano se agrava con la falta de riego, su cercanía a las edificaciones, las sombras persistentes, el cemento que casi ahorca su tronco y el reducido espacio de sus raíces para desarrollarse.

A todo esto se añaden los ruidos de toda índole y el hollín de humo que cubre sus ramas y hojas generado por la contaminación que emana de los vehículos viejos.

Los árboles ni siquiera se libran de los perros sin dueño que miccionan en su base y terminan por debilitar su estructura. El estrés los agobia.

Con el tiempo, se van secando. Unos mueren de pie, como dicen los versos y otros caen de bruces. Mordiendo su dolor, ante la indiferencia del hombre.

Así transcurre la existencia de los árboles. Brindando vida, salud y belleza de su parte y recibiendo poco cuidado y menos atención de nosotros.

Hagamos algo por ellos. Ayudémoslos a seguir viviendo para nuestro beneficio. Alegres. Refrescantes. Altivos. Con todo el verdor que lucía su follaje, que se balanceaba armónicamente al compás del viento, cuando fueron hechos por el Creador…

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