viernes, 26 de septiembre de 2008

¿POR QUÉ NO SE REDUCE EL NÚMERO DE DIPUTADOS…?


El congreso peruano está desaprobado. Muchos opinan que se debe redurcir el número de sus integrantes...


Si le preguntan a un congresista peruano que recién debuta en el parlamento cuál es su primer deseo, la respuesta será, sin duda alguna, comprarse un automóvil último modelo o una casa en una urbanización de lujo.

Es que la gran mayoría de ellos, por no decir todos, sólo aspiran mejorar su posición social, satisfacer sus anhelos personales y asegurar su futuro.

Basta observar el planteamiento unánime, sin distinguir partido político alguno, al acordar no informar al pueblo sobre los gastos operativos que realiza cada uno.

Y otros, mucho más astutos, que aspiran a que los siete mil soles adicionales que se les otorga, pasen a formar parte del sueldo para asegurar así una jugosa pensión.

La ciudadanía comprueba, una vez más, que cuando se trata de beneficios económicos para los parlamentarios, la “causa común” se acepta sin oposición alguna y se aprueba al instante.

Conste que sólo nos referimos a un solo aspecto. Sin considerar los sucesivos desatinos que derivaron en suspensiones de casi el cincuenta por ciento de sus miembros.

He allí la causa fundamental del escaso índice de aprobación del congreso en todas las encuestas, al extremo que muchos piden su desaparición.

Tal vez no coincidimos con tal propuesta, pero si, y en eso debemos hacer conciencia popular, que se debe disminuir el número de sus integrantes.

¿Por qué ciento veinte…? Son demasiado.

Y si así está escrito en la Constitución, pues hay que reformarla. Porque la realidad demuestra que son muchos para lo que hacen o deben hacer.

¿Por qué mejor no se opta por elegir a dos por cada departamento…? Y si desean considerar al Callao, se llegaría apenas a cincuenta.

Habría un gran ahorro de dinero en remuneraciones, asesores, secretarias, vehículos, viajes y gastos operativos. Aparte que los acuerdos exigirían menos tiempo.

El grupo de elegidos sería selecto. Gente profesional, preparada, menos ambiciosa al dinero y que responda a las expectativas de los electores.

No improvisados que aspiren al cargo para solucionar sus problemas económicos o de sus familiares, aunque no trabajen y pasen desapercibidos en las sesiones.

Deseamos que quienes nos representen en el parlamento cumplan su función con real vocación de servicio, no por ambiciones particulares, como muchos que hay en cualquier esquina

Necesitamos personas probas, honestas, trabajadoras y desinteresadas.

Tal vez sea difícil encontrarlas. Pero sabemos que hay y será más fácil si son menos y tienen el bienestar de la mayoría como meta inmediata.

Luchemos por conseguir ese deseo popular. Sepan que estaremos defendiendo así, de verdad, a la democracia…

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