miércoles, 24 de diciembre de 2008

AQUEL TRISTE CARIZ DE LA NAVIDAD…


No todo es alegría en Navidad. También tiene su toque de tristeza en la soledad...
Estamos en Navidad. Hay muchos brindis, abrazos, felicitaciones y saludos por doquier.

Lo más bonito de esta fiesta es la alegría y la ilusión de los niños. ¡Quién como ellos…!

Sin embargo, recordar el nacimiento de Jesús, en ocasiones, es motivo de profunda tristeza.

Ocurre cuando los seres que más amas, no están a tu lado para abrazarlos, sonreír o simplemente conversar.

Sólo te queda evocar sus rostros, mirar sus fotografías, recordar los momentos más felices que pasamos a su lado. Nada más.

Tal vez una llamada telefónica o verlos en internet sea una especie de consuelo. Pero, ni la más sofisticada tecnología podrá jamás reemplazar su existencia física.

Ese, indudablemente, es el lado nostálgico de esta linda festividad.

Por eso, a veces, quisiéramos que el 25 de diciembre no figure en el calendario de nuestro hogar.

Hoy, todos brindarán por estar juntos.

Nosotros, sin poder ocultar nuestra tristeza, lo haremos por quienes están tan distantes de nuestra presencia.

Alzaremos nuestra copa de vino e intentaremos golpearla con el aire. Diremos ¡Salud…! Con la esperanza que impacte, en el vacío, con la de quienes más queremos.

Será un brindis a solas, pero con la certeza de tenerlos siempre en la mente y guardados en lo más profundo de nuestros corazones.

También brindaremos por que Dios Todopoderoso, nos permita estar unidos y podamos compartir, como todos, en la próxima Navidad.

Sería la más excelente oportunidad que contribuya terminar, siquiera por un día, con esta permanente y lacerante soledad…

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