jueves, 22 de enero de 2009

MEDIDAS URGENTES PARA EVITAR DESGRACIAS…


Patio interior de una casona colonial de Trujillo. Hay otras en estado ruinoso que constituyen un peligro para la ciudadanía...


Trujillo es una ciudad colonial. Fundada durante los primeros años de la incursión española en el Imperio de los Incas.

Desde entonces, por razones demográficas lógicas, fue ampliando sus calles partiendo de la plaza de armas.

Durante el período colonial, se construyeron casonas caracterizadas por sus hermosos frisos y tradicionales balcones.

Proclamada la independencia de nuestra ciudad varios meses antes que la del Perú y establecida la democracia, se mantuvo la estructura arquitectónica que existe en el centro cívico.

Varios de esos edificios, pertenecientes a distintas familias trujillanas, fueron reconstruidos y lucen en la actualidad toda su belleza y esplendor.

Otros, no tuvieron la misma suerte y ahora exhiben apolilladas puertas, derruidas paredes y oxidadas ventanas que constituyen la cara oculta de la ciudad.

Con el transcurrir del tiempo algunos de los viejos techos se han venido abajo ocasionando pérdidas lamentables. Lo mismo ha ocurrido con los muros.

A mitad de semana, una de esas históricas paredes, ubicada en la segunda cuadra del jirón Pizarro, a sólo una cuadra de la plaza de armas, se desplomó súbitamente.

Felizmente, nadie caminaba por el lugar y no hubo víctimas.

No obstante, debemos tomar este hecho como una alerta o llamada de atención, a todos los estamentos del gobierno regional, municipal y el Instituto Nacional de Cultura.

Porque, sobre todas las cosas, está la preservación de la vida de las personas y la existencia de casonas antiguas en estado ruinoso, constituye un permanente peligro para la ciudadanía.

No olvidemos que en varias calles del centro cívico hay paredes sostenidas con maderas, a manera de soportes, desde hace mucho tiempo.

Otras exhiben letreros que anuncian su posible caída y advierten a los peatones que tengan el cuidado respectivo.

Pero eso no es todo. Es necesario que las autoridades concentren su atención en la amenaza latente que representan y adopten medidas urgentes.

No esperemos que ocurra una desgracia de mayor magnitud para proceder. Es conveniente anticiparnos a los hechos y actuar.

La seguridad de la ciudadanía debe estar sobre cualquier otra clase de intereses, incluyendo, tal vez, algunas disposiciones.

Actuemos ya. No hacerlo, puede dar lugar a que mañana la fatalidad nos obligue a lamentarnos…

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