La mayoría de accidentes son producidos por la velocidad e irresponsabilidad de los conductores...
En cuestiones de tránsito, la velocidad es sinónimo de alarma y peligro.
Y si a esa palabra se añade la irresponsabilidad, el resultado inmediato es el accidente, la tragedia y la muerte.
Con su secuela de desapariciones innecesarias, destrucción de hogares, orfandad, daños corporales irreversibles e inmenso dolor.
Los accidentes vehiculares constituyen una constante irrefrenable en Trujillo y todo el país a pesar de las acciones programadas por el gobierno con la finalidad de evitarlos.
Conductores de automotores de servicio público empeñados en conseguir el mayor número de pasajeros para ganar más dinero y usuarios que arriesgan su vida por abordarlos, es la escena frecuente.
Los primeros circulan sometidos a la exigencia de marcar una tarjeta de control del tiempo empleado entre un lugar y otro.
Para cumplir con esa obligación corren dentro del perímetro urbano a velocidades que están fuera de lo permitido.
Su afán por conseguirlo es tal, que para evitar las multas de los propietarios, en numerosas ocasiones dejan a los pasajeros abandonados en las esquinas.
También optan por apartarse de la ruta normal buscando otras calles para completar más rápido su recorrido.
En una de estas condenables circunstancias, un microbús originó ayer la muerte de dos menores de edad y seis heridos, en pleno centro de la ciudad.
Consciente de su culpabilidad, el piloto se dio a la fuga, pero todo el peso de la ley debe caer sobre él, cuando sea detenido.
Lo mismo ocurrió en una avenida de Lima donde otro micro impactó contra un auto particular dejando en estado de coma a una niñita de seis años.
La pequeña había ganado en su categoría en el Concurso Nacional de Marinera realizado hace dos semanas en Trujillo.
En ambos casos la velocidad y la irresponsabilidad de los choferes fue el factor determinante.
Mayor estrictez en el cumplimiento de las reglas de tránsito y sanciones ejemplares para los culpables, se convierten en una necesidad impostergable.
La existencia de las personas no puede estar tan fácilmente expuesta a conductores que no piensan, ni tienen en cuenta la vida de los demás…
Y si a esa palabra se añade la irresponsabilidad, el resultado inmediato es el accidente, la tragedia y la muerte.
Con su secuela de desapariciones innecesarias, destrucción de hogares, orfandad, daños corporales irreversibles e inmenso dolor.
Los accidentes vehiculares constituyen una constante irrefrenable en Trujillo y todo el país a pesar de las acciones programadas por el gobierno con la finalidad de evitarlos.
Conductores de automotores de servicio público empeñados en conseguir el mayor número de pasajeros para ganar más dinero y usuarios que arriesgan su vida por abordarlos, es la escena frecuente.
Los primeros circulan sometidos a la exigencia de marcar una tarjeta de control del tiempo empleado entre un lugar y otro.
Para cumplir con esa obligación corren dentro del perímetro urbano a velocidades que están fuera de lo permitido.
Su afán por conseguirlo es tal, que para evitar las multas de los propietarios, en numerosas ocasiones dejan a los pasajeros abandonados en las esquinas.
También optan por apartarse de la ruta normal buscando otras calles para completar más rápido su recorrido.
En una de estas condenables circunstancias, un microbús originó ayer la muerte de dos menores de edad y seis heridos, en pleno centro de la ciudad.
Consciente de su culpabilidad, el piloto se dio a la fuga, pero todo el peso de la ley debe caer sobre él, cuando sea detenido.
Lo mismo ocurrió en una avenida de Lima donde otro micro impactó contra un auto particular dejando en estado de coma a una niñita de seis años.
La pequeña había ganado en su categoría en el Concurso Nacional de Marinera realizado hace dos semanas en Trujillo.
En ambos casos la velocidad y la irresponsabilidad de los choferes fue el factor determinante.
Mayor estrictez en el cumplimiento de las reglas de tránsito y sanciones ejemplares para los culpables, se convierten en una necesidad impostergable.
La existencia de las personas no puede estar tan fácilmente expuesta a conductores que no piensan, ni tienen en cuenta la vida de los demás…
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