miércoles, 4 de noviembre de 2009

¡CAMBIANDO LA CARA DEL MANSICHE…!

Estadio Mansiche de Trujillo, Perú. Jóvenes pintaron sus paredes. Sentenciados a trabajo comunal podrían hacer lo mismo...

El estadio Mansiche de Trujillo, es el escenario deportivo más grande de la ciudad.
Inaugurado en 12 de octubre de 1942, está ubicado apenas a cuatro cuadras de la plaza de Armas y tiene una capacidad para veinticinco mil espectadores.

Desde que fueron ampliadas sus tribunas, siempre lució majestuoso e impresionante a lado de su hermano menor, el coliseo cerrado Gran Chimú.

Fatalmente, en los últimos años, ambos escenarios deportivos soportan el asedio de sujetos que atentan contra la limpieza de sus paredes externas.

Inscripciones diversas y dibujos indescifrables son impregnados en toda sus circunferencias haciéndoles perder sus característicos colores.

Sin embargo, durante más de una semana un grupo de jóvenes, provistos de implementos necesarios, empezaron a asear la fachada del Mansiche.

Mientras unos borraban, otros procedían al repintado correspondiente hasta terminar devolviéndole al estadio su primigenia prestancia.

Lo más interesante es que las personas encargadas de efectuar el trabajo pertenecen a un grupo religioso que convocó un encuentro regional en ese lugar.

“Deseamos que los fieles al llegar se lleven la mejor impresión del recinto donde van a orar a Dios”, fueron las palabras de uno de los entrevistados.

Otro agregó que previamente se coordinó con las autoridades del Instituto Peruano del Deporte quienes aceptaron entregar la pintura, mientras que la agrupación ponía la mano de obra.

Conjugando ambos factores el Mansiche volvió a mostrarse imponente.

Ante esta realidad, viene a la mente la idea en torno a concretar las voceadas y nunca cumplidas, sanciones judiciales denominadas como trabajo comunal, en obras similares a la comentada.

En Trujillo hay numerosas tareas sencillas que no se efectúan por falta de mano de obra que bien podrían hacerse realidad.
A pesar de ello, la referida disposición, que se ejecuta en todo el mundo, no se pone en práctica en el Perú.

Son detalles casi sin importancia, que competen al poder Judicial y que, al quedar en el vacío, tienen una repercusión adversa.

No es tarde para rescatar del olvido la pena del trabajo comunal y ponerla en vigencia.

Sería una excelente oportunidad para cumplir con tantas obras vecinales que están presupuestadas, pero carecen de operarios.

Así el sentenciado cumplirá su condena y tendrá la oportunidad de reivindicarse con la sociedad…

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