viernes, 23 de julio de 2010

¿TRUJILLO SIGUE SIENDO UNA CIUDAD CULTA...?


La insólita riña en sesión de concejo entre regidores del municipio local pone en tela de juicio el calificativo de Ciudad Culta para Trujillo...



“Cualquiera puede ofenderse. Eso es algo muy sencillo.

Pero hacerlo con la persona adecuada, en el grado exacto,

el momento oportuno, con el propósito justo y del modo

correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo…”


(Aristóteles)


Lo más valioso que pasa por nuestras manos no es el dinero. Es el tiempo, porque una vez transcurrido, no puede recuperarse jamás.


Sin embargo, sirve para recordar las más bellas experiencias del pasado. Y tenerlas en cuenta para regocijarnos evocándolas.


Cómo olvidar la época en que Trujillo era considerada la urbe más tranquila del país o cuando nuestra Universidad Nacional, que nos albergó, no tenía necesidad de utilizar publicidad pagada para conseguir postulantes.


Cuando la plaza de Armas lucía mucho más brillante y hermosa de noche con sus luminarias de neón y no con la mortecina luz de ahora.


O, tal vez, los años en que las autoridades regionales no existían y las municipales no recibían un solo céntimo para gobernarnos.


Entonces, quienes nacimos en esta sagrada tierra sacábamos el pecho cuando decían que, aparte de ser la Capital de la Primavera y Cuna de la Marinera, era la Ciudad de la Cultura.


Y cuando pensábamos que uno de los pocos buenos eslóganes que conservámonos era este último, ocurre el problema suscitado en plena sesión de concejo hace pocos días, que trae abajo nuestro pálido prestigio.


Regidores de distintas bancadas perdieron en un instante la cordura y la educación para lanzarse toda clase de insultos y hasta intentar golpearse. Aunque después se disculparon.


El exquisito valor de la serenidad, que orienta mantener la calma, el estado de ánimo apacible y consiguiente sosiego, aún en las circunstancias más adversas, terminó exaltando los ánimos al máximo.


Lo correcto en ese momento crucial era controlar la situación y buscar la solución mediante la reflexión concordada. Sin minimizar, ni agravar la controversia.


El suceso, como es de suponer, se difundió por todos los medios de comunicación y alcanzo repercusión nacional.


Al reciente calificativo de inseguridad, el mal comportamiento de algunos ediles, amenaza arrebatarnos el título de Ciudad Culta. ¡Qué lástima…!

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