miércoles, 23 de febrero de 2011

¡SI COBRA O PAGA, MIRE BIEN EL VUELTO...!


                     Una de las oficinas del Banco de la Nación de Trujillo

No cabe duda que debemos estar alertas en todo momento. Sobre todo cuando se trata de movilizar dinero, aunque sea en pequeñas cantidades.

Porque en las entidades locales encargadas de entregar y recibir plata se producen escenas que deben evitarse.

Especialmente en los bancos y las oficinas de pago de los servicios básicos de luz, agua o teléfonos.

Lo cierto es que las personas que atienden, no se sabe si a sabiendas o por cansancio, con frecuencia se equivocan en el momento de dar el efectivo.

Ocurre en especial cuando el cliente es un adulto mayor, que muchas veces puede estar distraído o ser un poco lento en el instante de efectuar operaciones financieras simples.

Acudí a una de las oficinas del Banco de la Nación para recibir mi pensión mensual y, además
de los pocos billetes recepcionados, debía agregarse un sencillo.

Sin embargo, la persona encargada colocó en mis manos dos monedas de cincuenta céntimos.

Miré bien la minúscula boleta de cuenta y noté que señalaba dos soles. Así que regresé para reclamar, pues había dado algunos pasos atrás. Apenas notó mi presencia, la mujer ya tenía en sus manos la cantidad que faltaba.

Otro día, fui a abonar el teléfono a una oficina de Hidrandina que está autorizada para ejecutar esas cancelaciones.

Al llegar a la ventanilla, alguien de la hilera me hizo conversación. De todas maneras entregué el recibo y dos billetes de cien soles.

Casi de inmediato, la cajera me devolvió el comprobante cancelado, diciéndome: ¡Gracias…!

-- Señorita, le he dado doscientos soles, expresé de inmediato.

-- Ah, verdad, replicó, al tiempo de colocar en el tablero, los billetes y las monedas que debería haberme devuelto inicialmente.

A estos casos hay que añadir otros más que ocurren casi siempre con las personas de la tercera edad, que no se dan cuenta o no son denunciados oportunamente.

A propósito. A los gerentes o responsables de la atención al público. Observen en forma permanente la fila preferencial para que cumpla efectivamente su función.

Autoricen a los cajeros que cuando esta cola sea demasiado numerosa, los empleados de otras ventanillas la atiendan.

Tan pronto como disminuya, el servicio volverá a los jóvenes que, algún día, se aunarán al reclamo que ahora hacen los adultos mayores, si tienen la suerte de llegar a su edad

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