martes, 27 de septiembre de 2011

¡EL FESTIVAL DE LA CANCIÓN EN EL RECUERDO…!

Bellas waripoleras que anualmente engalanan el Festival Internaciona de la Primavera de Trujillo....



Cada vez que el Festival de la Primavera de Trujillo convierte a nuestra ciudad en el receptáculo de las soberanas de las naciones hermanas, afloran a nuestra mente dos circunstancias particulares.

La esplendorosa alborada, iluminada y brillante, con los rayos del Sol de antaño y el inolvidable Festival Internacional de la Canción.

Lo primero obedece, posiblemente, a los problemas generados a causa del cambio climático que en los últimos años afecta seriamente al planeta.

Y el Festival de la Canción que dejó de realizarse por una serie de factores vinculados al financiamiento que comprendía su organización.

Sobre el certamen de las flores, debemos regocijarnos por mantenerse vigente debido al extraordinario esfuerzo del Club de Leones.

En especial, por el noble e invalorable objetivo de bien social al que se destinan los fondos recaudados en cada una de sus actividades.

Esa loable acción de desprendimiento y proyección a la colectividad merece el reconocimiento unánime de la ciudadanía.

Evocamos nostálgicos el Festival Internacional de la Canción que, desde su primera edición, constituyó un éxito rotundo y adquirió renombre.

La organización fue encargada al gordo, de terno y lentes oscuros David Odría, renombrado maestro de ceremonias de la época, quien encontró en Freddy Roland y Peter Dellis sus mejores aliados.

Empezó en el coliseo de Toros que repletó sus instalaciones los días previos al corso primaveral, La gran final, con asistencia de las soberanas, era el sábado por la noche.

Luego, aunque aún estaba en construcción, el certamen pasó al coliseo cerrado Gran Chimú donde continuó convocando multitudes.

Cómo olvidar aquellas veladas nocturnas cuando el público llenaba las graderías para aplaudir a connotados cantantes nacionales y extranjeros.

El Festival de la Canción de Trujillo fue el primero en su género en el Perú. Luego aparecieron otros como el de Ancón, Arequipa, Paita y Sullana.

Pero el que se realizaba aquí tenía una connotación singular. Su fama traspasó las fronteras del país.

Después de cerca de quince consecutivas ediciones, el importante evento bajó el telón por múltiples motivos. El imponente escenario apagó sus luces y las bulliciosas tribunas silenciaron los aplausos.

El coliseo quedó vacío. El frío cemento de su arquitectónica estructura fue el mudo testigo del triunfo de los ganadores y el entusiasmo de una gente que jamás dejó de alentar a sus favoritos.

Sin embargo, el festival dejo perennizada su magia en esa armoniosa canción que hasta hoy abre las ceremonias y acompaña cada compás del desfile primaveral. Esa melodía jamás morirá...


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