jueves, 27 de octubre de 2011

CASO CIRO: ¡LA TENACIDAD DE UN PADRE EJEMPLAR…!

El doctor Ciro Castillo y su hijo Ciro, cuyo cuerpo inerte halló luego de más de doscientos días...


No cabe la menor duda que, al margen del resultado judicial al que se arribe, el caso del deceso de Ciro Castillo Rojo será considerado como uno de los más emblemáticos del año.

Hay razones suficientes para otorgarle esa categoría. Su misteriosa desaparición, las contradictorias declaraciones de su ex pareja y el prolongado tiempo que motivó el hallazgo del cadáver.

Pero, lo que resalta nítidamente sobre cualquier otra circunstancia, es el inmenso amor e inquebrantable tenacidad de su progenitor, el doctor Ciro Castillo Rojo Salas.

Desde el momento que se enteró de la desaparición de su hijo, se trasladó al mismo lugar e inició la búsqueda con la policía.

Cuando los agentes dieron por concluida su tarea sin lograr el objetivo, decidió continuarla por sus propios medios. Nunca se dio por vencido.

Contactó con guías de alta montaña especializados en rastrear las huellas de personas perdidas en zonas agrestes y trabajó a su lado de manera infatigable.

Solicitó licencia una y otra vez en su centro de labores, con el riesgo de ser despedido. No se distrajo un solo día indagando por el paradero de su descendiente.

El accidentado valle del Colca, en Arequipa, es mudo testigo de la fatiga y las lágrimas que en la desesperación derramó durante los numerosos recorridos.

Ese gélido panorama andino guarda los momentos en que, agotado por el cansancio, se recostó sobre una roca esperando impávido una respuesta en los cerros y desfiladeros que tenía al frente, sobre el destino de Ciro.

A falta del apoyo necesario, logró que se cambie al fiscal La sucesora mostró mayor disposición en proseguir las investigaciones, pero le recordó que la ley, en situaciones de este tipo, tiene sus limitaciones.

Sobre el particular, fue directa y enfática: “Si no se encuentra el cuerpo, el caso se da por cerrado”.

Pareció como si esa declaración le hubiese otorgado un nuevo impulso vital, que lo empujó a entregar todo el afán posible en la búsqueda.

Mientras tanto, su esposa depositaba en cada oración la totalidad de su fe en el Señor de los Milagros para que intercediera en el hallazgo.

Y como si la inusitada perseverancia del padre y la imploración divina de la madre se hubiesen unido en una sola fuerza, los alpinistas encontraron el cadáver del joven universitario.

Ahora vendrán las investigaciones legales cuyo resultado es un enigma, aunque queda la tranquilidad en la familia que Ciro tendrá una tumba.

Sin embargo, jamás se olvidará la obstinación de un padre que nunca perdió las esperanzas de volver a ver a su hijo. Aunque ya esté muerto…






























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