martes, 21 de mayo de 2013

¿USTED COMERÍA INSECTOS…?

Confieso que los grillos tostados, bañados en miel de abeja, son exquisitos...


Tal vez no lo sabe, pero existen millones de seres humanos que padecen de hambre en el mundo.
             
Niños, adultos y ancianos, distribuidos en distintas partes del orbe, carecen de los recursos suficientes  para adquirir alimentos e ingerirlos.
          
Ante esa cruda realidad, la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de las Naciones Unidas, propone comer insectos.
             
Si. Tal como lo lee. Insectos, considerados en la alternativa ideal para combatir la hambruna.
             
El informe expresa que la sugerencia puede parecer desagradable, pero podría resultar beneficiosa para la salud.
            
Añade que se trata de una propuesta saludable y nutritiva en comparación con las tradicionales carnes de pollo, vaca, cerdo, incluso pescado.
             
Dicho planteamiento se sustenta en que muchos insectos son ricos en proteínas y grasas buenas
             
Además, está comprobado que contienen  altas concentraciones de calcio, hierro y zinc,  importantes para el cuerpo humano.
             
Aparte de otras consideraciones, la FAO sostiene que promover la producción y consumo de insectos tiene implicaciones positivas en la economía y la sociedad.
             
El original consejo de las NU me trajo a la mente una graciosa e inolvidable experiencia ocurrida en el lejano y enigmático Japón.
             
Cumplíamos una jornada nocturna cuando, alrededor de las nueve de la noche, se acercó uno de mis buenos amigos japoneses apellidado Sugiyama.
            
Congeniábamos mucho porque, en los momentos de descanso, solíamos interpretar, a capela, algunos versos de la tradicional y melodiosa música enka que hasta ahora recuerdo con nostalgia.
             
Sonriente, luego de saludarme, se detuvo a lado mío diciendo: 

“Anata no me o shimete, anata no kuchi o aketaide. Watashi ba anata ni amai tabemono ageru yo”. (“Cierra los ojos, abre la boca. Te voy a dar una comida dulce”).
             
Conociendo el sentido oriental de amistad y para evitar que se incomode, obedecí. 

Al masticar, sentí algo suave, agradable y acaramelado  que se quebraba entre mis dientes.
             
Eran grillos tostados bañados en miel de abeja…
           

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