lunes, 20 de enero de 2014

¡LAS LECCIONES ETERNAS DE GARCÍA LLERENA…!



El maestro Augusto García Llerena cuando se reunió con los integrantes de la Promoción que lleva su nombre. También aparece Adolfo Alva Lescano...

Después de los padres, quienes están más cerca de nosotros durante la infancia y la juventud, son los maestros.
             
Adoramos a nuestros progenitores. Pero, nos identificamos con quienes, en cada clase, nos hicieron conocer acerca de la vida y el mundo.
            
Fue a través del proceso de enseñanza-aprendizaje que nos formamos hasta llegar a obtener una profesión u oficio.
             
Parte de lo que somos se lo debemos a ellos. Por eso, cuando uno de esos profesores se va para siempre, aflora la gratitud y los recuerdos.
             
¿Como no evocar a Augusto García Llerena. Erguido, como era su estilo. Caminando raudo entre los históricos arcos del antiguo colegio San Juan del jirón Independencia…?
             
Nosotros, sus alumnos, lo distinguíamos estirándonos entre las gruesas paredes que dejaban un considerable espacio para las ventanas de cada salón.
            
Y, cuando lo sentíamos cerca, lo esperábamos listos. Sentados con orden y  corrección. Sin hablar una sola palabra.
             
Él ingresaba serio en medio de un silencio absoluto, como estaba reglamentado y  nos poníamos de pie en señal de saludo.
             
¡Asiento muchachos…! Solía decirnos. Luego de la lista, llamaba, al azar, a media docena de compañeros para “tomarles paso” de la lección anterior.
             
García Llerena pertenece a una pléyade de maestros notables que dejaron huella y dieron cátedra en las décadas del cincuenta y sesenta.
             
Conjuntamente con Rafael Narváez Cadenillas, Yeconías Culquichicón Gómez, Miguel Vega Castro, Javier Castillo Angulo, Jorge Laredo Villachica, Adolfo Alva Lescano, Teodoro Rivero Ayllón y otros.
             
Nosotros, integrábamos de una de las secciones de Letras. Nos dictaban olos cursos de historia, geografía, literatura y castellano, con sus nombres de la época.
             
Fueron ellos los que marcaron el futuro profesional en muchos de nosotros. Yo me gradué de profesor en la Universidad Nacional de Trujillo.
             
El destino quiso que, en la misma Casa de Bolívar, García Llerena, Narváez Cadenillas, Culquichicón Gómez, Vega Castro y Laredo Villachica volvieran a ser mis maestros. ¿Cómo olvidarme de ellos…?
             
Eran docentes de otra generación y dimensión en todo el sentido de  la palabra. Con el respeto que se merecen los profesores de hoy.
             
“Digan siempre la verdad, aunque duela”, nos decía García Llerena, cuyo nombre lleva nuestra promoción que egresó de las aulas canarias en l961.
            
Hace unos días, ese maestro de verdad, abandonó este mundo. Ahora, la eternidad es el escenario propicio para dictar sus valiosas e inolvidables lecciones….

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