lunes, 21 de abril de 2014

TRUJILLO EN SEMANA SANTA




¡Orden, silencio y calma en las calles y avenidas…!

Sector de la transitada avenida América que luce desierta al promediar el mediodía el último Viernes Santo.
 
Una vez más, en un sereno ambiente de recogimiento y reflexión, la población de Trujillo vivió la Semana Santa que rememora la pasión y muerte de Cristo en la cruz.
             
Jueves y viernes la totalidad de las oficinas estatales y la mayoría de las privadas cerraron sus puertas. No hubo atención al público.
             
Mientras algunas personas decidieron salir de paseo o visita, otras prefirieron quedarse en casa y pasarla en familia.
             
Estas circunstancias motivaron que las calles y avenidas  de la ciudad lucieran desiertas en relación con el resto de los días del año.
             
El porcentaje de circulación de los vehículos del servicio público y particular se redujo al grado mínimo. Al extremo que se vieron muy pocos.
             
Las imágenes que publicamos constituyen la más clara muestra de lo expresado.
             
Durante dos días, las principales arterias de Trujillo estuvieron libres y ordenadas. En completa calma y tranquilidad.
             
Son las once de la mañana y la avenida Túpac Amaru está completamente vacía. Ni siquiera hay gente.

No hubo la angustia de las “horas punta”, la desesperación de las congestiones vehiculares, ni el desconcertante caos que trastorna el estado de ánimo de la gente.
            
Tampoco se violaron las reglas de tránsito. Los pocos choferes que estuvieron al timón respetaron la luz de los semáforos  y ninguno se estaciono sobre las líneas peatonales.
             
Este ejemplar accionar contagió a los pilotos de los contados taxis, que abusaron con los pasajes, colectivos, microbuses y combis que salieron a cubrir sus rutas.
         
Como si les hubiesen lavado el cerebro o el cielo los hubiera iluminado en los días santos, circularon con toda normalidad. Su comportamiento fue correcto.
             
Nadie apretó el acelerador. Se detenían el tiempo necesario para que los usuarios suban o bajen y hasta se les vio más aseados.
             
Aunque parezca mentira, no hubo la peligrosa competencia entre unidades, ni las estridentes bocinas y sirenas que alteran los nervios del más indiferente.
            
Y, como si la varita mágica del cuento de hadas los hubiese tocado, los cobradores dejaron de vociferar como acostumbran.
             
Ninguno golpeó las latas laterales de sus destartalados carros. Los mortificantes silbidos quedaron olvidados en el último rincón de sus casas.
             
Los pasajeros viajaron con comodidad porque hasta los innecesarios parlantes que tienen instalados sonaron la música a bajo volumen.
             
Fueron cuarentaiocho horas de orden, paz y sosiego en las pistas que la colectividad trujillana quisiera observar siempre.
             
Recuerden que la velocidad ha causado fatales accidentes en nuestro medio y, en ciertas ocasiones, los transportistas no se ciñen a las reglas.
             
Entonces. ¿Por qué no cambian su equivocada conducta y mala manera de actuar…?
          
Cruce de dos avenidas en una normalmente concurrida zona de Trujillo. El panorama es desolador por Semana Santa. Parece otra ciudad.
  
La armonía y quietud de la Semana Santa demostró que todo depende de los choferes y cobradores. A ellos, como en el fútbol,  les diremos que “¡Sí se puede…!”.
             
Cada mañana. Antes de entrar al servicio, reúnanse. Hagan la promesa de trabajar con respeto, honestidad y decoro. Distínganse por eso.
             
Ustedes se deben al público. Trátenlo bien. Ayúdenlo a ser disciplinado en el uso de las esquinas como paraderos hasta que la municipalidad señale los lugares fijos.
            
No esperemos que lo haga el municipio o la policía. Ustedes constituyen una parte fundamental en el transporte de pasajeros.
           
Tomen la iniciativa o la batuta. No se dejen arrastrar por la indiferencia y el: “¡A mí qué me importa…!”
             
Sepan que nos interesa a todos. El mensaje alcanza igualmente a los directivos de las empresas que agrupan las distintas líneas.
             
El ordenamiento del transporte público es posible. Pongan ustedes desde  ahora la parte que les corresponde. ¿Por qué no…?
            
Lo que resta, déjenlo a las autoridades y los usuarios. Háganlo por Trujillo que se merece una mejor imagen de la que en la actualidad presenta.
             
Al final, todos saldremos favorecidos…

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