martes, 23 de diciembre de 2014

¡CÓMO LOGRAR QUE LA NAVIDAD SEA FELIZ…!



"La Navidad suele ser una fiesta ruidosa.
Nos vendría bien un poco de silencio
para oír la voz del amor."
(Francisco, el Papa)

Llegó la Navidad. La festividad más dulce y sublime de la humanidad. La conmemoración del amor, la solidaridad, el perdón, el respeto y la paz.

Al mismo tiempo distorsionada, en su verdadero sentido, por el afán consumista, de ostentación y vanidad del ser humano.
             
Que encuentra soporte en los comerciantes dando la impresión que hasta podrían vender su alma con  tal de echarse la mayor cantidad de monedas al bolsillo.
             
Algunas preguntas previas a esta fecha fueron: ¿Qué me vas a obsequiar este año…? ¿Qué comeremos en Navidad…? ¿Qué quieres que te regale…?
             
Hay un tráfico infernal. Villancicos, luces y colores. Centros comerciales abarrotados. Ofrecen todo lo que está a la vista y en sus almacenes.
             
Miles de personas se aglomeran en las calles. Muchas, sin saber lo que buscan. Todo es ajetreo, bullicio, alboroto y, especialmente, gasto.
            
A medianoche empiezan los cohetes, abrazos, el brindis, los regalos, el panetón y la cena. Bailes en distintos ritmos complementan la alegría.
             
Se supone que todos saben el motivo de la algarabía. ¡Claro…! Es el nacimiento de Jesús, el redentor de la humanidad. 
             
Aunque es posible que, a pesar de ser el personaje central de la fiesta, muy pocos lo tengan en cuenta o lo recuerden en ese instante.
            
Para ellos, van estas líneas. Cristo, el hijo de Dios. Llegó a la Tierra para vivir con nosotros y dejarnos sus sabias e invalorables enseñanzas.
             
Preceptos que constituyen el fundamento de la vida y la convivencia humana dentro de los que extraemos el siguiente mandamiento:
            
“Ama a  tu prójimo, como a ti mismo...”
             
Ha pensado usted que si solo pusiéramos en práctica ese único principio, el mundo entero sería diferente, incluyendo lógicamente al Perú.
             
En todos los campos. Partiendo del familiar, vecinal, laboral. Llegando incluso al político y social. Con esa negra nube de corrupción que los envuelve.
             
Quitémonos ese egoísmo que corroe nuestras vidas. Hemos nacido para vivir en sociedad. Pensemos en los otros. En los que nos rodean. En los demás.
             
El día que actuemos cumpliendo las pautas que nos dejó Jesús, aunque algunos no lo consideren así, podremos celebrar de verdad la Navidad.
             
Y, en cuanto a los fervorosos deseos de felicidad que nos haremos al abrazarnos hoy por la noche, nada más oportuno que esta frase de Gandhi:
             
“La felicidad se alcanza cuando lo que una persona piensa, dice y hace, están en armonía…”  

Ya ven. No nos equivocamos.  La felicidad está más cerca de lo que imaginamos…
             
¡Feliz Navidad…!

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