miércoles, 28 de enero de 2015

¡LA OLVIDADA HISTORIA DE “ÑO CARNAVALÓN”…!


Sugerente escena donde se observa arrojar agua con manguera de un vehículo a otro...

Existe un grato episodio que forma parte de la historia olvidada de Trujillo. La desaparición de sus protagonistas, lo sepultó en el tiempo.
             
Momentos que transcurrieron cuando el autor de esta nota era niño aún y permanecieron escondidos en algún recóndito rincón de la memoria.
            
Hace unos días fueron refrescados y adquirieron presencia cuando nos encontramos con entrañables amigos de aquel entonces.
             
Ocurrió en la cuadra cinco de la avenida España al coincidir con Gumercindo Cuadra Cacho, su hijo Carlos Alberto y su sobrino Juan Cherres Gallardo.
             
Recordamos con “Gume” a inolvidables personajes de mediados del siglo pasado que conocimos en el triángulo que comprende las dos primeras cuadras de Diego de Almagro y Zepita.
             
Como el caso del “Negro” Honores, quien manejaba camión, carrocería de madera, llevando el rótulo “Chiva piano va lontano”, en italiano, cuya traducción es “Quien va despacio llega lejos”
             
Moreno. Alto, cerca de metro noventa, gozaba mostrando su fortaleza física al cargar con los dientes un saco de harina de una vereda a otra.
             
Quedábamos impresionados al verlo completamente solo, sin ayuda alguna, alzar una llanta inflada de camón a la carrocería de un vehículo.
             
Por esa razón, los amigos del barrio lo animaron a participar en el torneo boxístico Guantes de Oro, que organizaba el diario La Industria. Terminó descalificado en el primer round por golpear con las rodillas al rival.
             
Evocamos con enternecedora nostalgia el carnaval de Trujillo que duraba cuatro días y los tradicionales bailes en el Club Central, Club  Libertad, la SUE (Sociedad Unión de Empleados), el Club de Tiro y la ACIT
             
Eran fiestas de gala donde las chicas asistían, acompañadas de sus padres,  luciendo máscaras, guantes y chisguetes “Amor de Pierrot” o “Amor de Colombina” y los varones con riguroso  terno.
             
El domingo por la tarde se bailaba alrededor del Palo Cilulo y partía el corso carnavalesco con atractivas reinas en vistosos carros alegóricos. En su recorrido por la plaza de Armas la gente les lanzaba serpentinas.
            
“Ño Carnavalón”, el mitológico y gigantesco personaje que cerraba la caravana, vivía en el callejón Zepita y se llamaba Andrés Gallardo Cuadra.
             
Era muy corpulento. Lo veíamos vestirse con la ayuda de los vecinos y colocarse su enorme cabeza con la que observaba a través de la abertura de la boca.
             
Por su original representación y buen carácter don Andrés, que era una persona mayor de edad, se convirtió en el ídolo de los chiquillos del barrio.
             
Con el tiempo, el gobierno prohibió los carnavales debido a los excesos enterrando en el olvido aquella magia que hizo volar nuestra inocente e infantil imaginación  y jamás volverá.
             
El dispositivo se llevó consigo a “Ño Carnavalón” quien nunca se cansó de contar coloridas y vistosas experiencias hasta el último de sus días…

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