viernes, 24 de abril de 2015

CATEDRÁTICOS: ¡LOS QUE NUNCA FALTABAN A CLASE…!

Tradicional claustro de la Universidad Nacional de Trujillo. Los catedráticos de entonces jamás faltaron a dictar sus clases...

Hace unos días, el rector de la Universidad Nacional de Trujillo  expresó su intención de cambiar el reloj biométrico del control de asistencia de los docentes y el personal administrativo, por un sistema digital.
             
Argumenta su posición considerando la propuesta computarizada como más efectiva. Sin embargo, sorprende que existiendo problemas prioritarios que resolver, la atención se centre en este aspecto.
            
Conste que, de ninguna manera nos oponemos a la verificación de la asistencia del personal que es fundamental para el normal desarrollo de las actividades académicas.
             
Pero, es de conocimiento general, que no ha transcurrido un año que la gestión anterior adquirió dicho aparatoo mediante una importante inversión.
             
En aquella oportunidad hubo maestros que se opusieron al moderno mecanismo llegando al colmo de declararse en huelga para exteriorizar su rechazo.
             
Ahora, el rector sostiene que el reloj biométrico tiene deficiencias porque “hay profesores que marcan, desaparecen y regresan a la hora de salida a marcar nuevamente”.  ¿Quiénes son y cuántos están sancionados…?
             
Busca instalar intranet y aulas virtuales, cuyo costo bordea los cinco mil dólares, donde el profesor llama lista en el ordenador, además de registrar su asistencia e informar sobre el tema de la clase.
             
Parece increíble. Nos referimos a la centenaria e histórica Casa de Bolívar que está a punto de conmemorar dos siglos de vigencia.
             
Tuvimos el privilegio de estudiar en sus aulas y recibir las enseñanzas de catedráticos de tal prestigio que calles, plazuelas y centros educativos de  la ciudad llevan sus nombres.
             
¿No lo creen…? Aquí están algunos: Rafael Narváez Cadenillas, Alfredo Valdiviezo García, Yeconías Culquichicón Gómez,  Miguel Vega Castro, Jorge Laredo Villachica, entre otros.
             
¿Saben una cosa…? A ellos no los controlaba nadie y jamás faltaron una sola hora al dictado de sus clases. Es más. Ni siquiera llegaron tarde.
             
Teniendo como lema la dignidad y el honor, dejaron en nosotros una profunda huella al calor de los ambientes del tradicional edificio de la Plaza de Armas.
             
Los alumnos pasábamos la vergüenza de nuestra vida si alguna vez entrábamos unos minutos después que habían ingresado.
            
Por eso, lamentamos que las autoridades universitarias de hoy discutan  la inversión de altas sumas de dinero solo para controlar a los profesores.
            
Cuidado que estamos hablando de maestros. De formadores de los profesionales que en el futuro regirán los destinos del país.
             
¿Cómo es posible que el rector declare a la prensa que “hay profesores que marcan y desaparecen”…? Aunque, felizmente, no son todos.
            
¿Y su responsabilidad…? ¿Y su honestidad…? Por esa actitud, ¿Cómo mirarán a la cara de sus alumnos…? ¿No sentirán vergüenza…?.
             
Mientras cada día quedamos pasmados ante el admirable progreso de la ciencia y la tecnología del mundo actual.
            
Preocupa la forma como en los diferentes niveles del comportamiento humano, intencionalmente o no, nos alejamos de los principios éticos y  morales…

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