lunes, 18 de mayo de 2015

POLÍTICOS: ¡SUSPENSIÓN, DESTITUCIÓN Y CÁRCEL…!



 La que terminó, fue una semana negra para los políticos peruanos en el más amplio sentido de la palabra.
            
Después de investigaciones, análisis de apelaciones e informes de comisiones, cinco personas fueron sancionadas en poco más de cuarentaiocho horas.
            
Al cierre de los siete días, el poder Judicial confirmó que el ex ministro Aurelio Pastor cometió el delito de tráfico de influencias y lo condenó a cuatro años de prisión efectiva.
             
Como el acusado no acudió a la lectura de la sentencia, el tribunal ordenó su ubicación y captura.
            
Dos días antes, fueron suspendidos en sus funciones por  cuatro meses, sin goce de haber, los parlamentarios Heriberto Benites, Víctor  Crisólogo Espejo y Víctor Grandez Saldaña.
             
El primero es acusado de haber intervenido en el caso “La Centralita”, actualmente en investigación con numerosos detenidos por delito de corrupción.
             
Los otros, por mentir y faltar al principio de responsabilidad, integridad y justicia del código de ética del congreso.
             
Y, como para demostrar que nosotros no estamos exentos de congresistas “pecadores”, también figura el liberteño José León.
             
Sobre él recayó una suspensión de sesenta días por mentir y ocultar información en la relación que tuvo con un ciudadano extranjero   acusado de narcotráfico.
             
Correspondió al fiscal de la Nación Carlos Ramos Heredia, pariente de la primera dama, completar la triste nómina de sancionados.
             
Por inconducta funcional en tres procesos disciplinarios, el Consejo Nacional de la Magistratura lo destituyó de tan importante cargo.
             
Conste que detrás de ellos hay muchos más. Presidentes regionales, alcaldes, regidores y funcionarios públicos  son en estos momentos investigados por malversación de fondos y delitos similares.
             
¿Qué decir de todo esto…? Sinceramente. Faltan las palabras.
            
De primera impresión nos sentimos desconcertados, por decir lo menos. O, tal vez, rabia. Pero, finalmente, pena. Dolor.
             
Nos duele porque los hechos han ocurrido en el Perú. En nuestra patria. En nuestra tierra. Donde hemos nacido y queremos sobre todas las cosas.
            
¿Cómo es posible que actúen de esa manera las máximas autoridades y nuestros representantes a quienes hemos elegido para que gobiernen por nosotros…?
            
 Y cuidado que no es por dinero. Porque ningún ciudadano gana como ellos. Sus sueldos nos superan tanto que da vergüenza compararnos.
             
Actuaron movidos solo por la codicia. La ambición. Por ese inexplicable y desmedido deseo de algunos que ansían tener siempre más y más.
             
Ese comportamiento podría entenderse si se trata de dinero obtenido  lícitamente, Con trabajo honesto y limpio. Jamás con el dinero del pueblo.
             
Queda la esperanza que algún día cambiemos. Ojalá porque, al final, la honestidad es el único camino hacia el progreso…           

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